domingo, 25 de julio de 2010

EL SIGUIENTE HOMBRE

No sé bien por que me abandono y me dejo caer de un barranco casi vertical.

Lo veo y acudo a su encuentro preguntándome sobre su estado, al llegar al lugar donde cayó el cuerpo me doy cuenta de que es solo un costal de basura.

Al día siguiente vuelvo a ver la misma escena, por un extraño impulso vuelvo a ir en pos de lo que fue arrojado. Lo que ahora veo es a un hombre muerto boca arriba, lacerado, inerte soy yo.

Al borde de un barranco veo a un hombre cuesta abajo que me observa. Pero el no se detiene y se arroja.

Observo lo anterior, veo como el primer hombre arroja un costal negro como de basura y como el segundo va al encuentro de un cadáver que ya estaba ahí.

Yo observo como rueda un costal de basura en el borde, no logro ver a nadie que lo haya empujado, el hombre deduce que estaba en el borde y una brisa debió desbarrancarlo. El costal sigue cayendo y se detiene junto a otro idéntico.

Arrojo un costal de basura al barranco y lo veo rodar cuesta abajo

Veo y me da la impresión de que alguien me observa, puedo observarme, no, imagino que me observo, la escena que es frecuente, las escena que parece repetirse no, no se repite, sucede simultáneamente.

El ambiente es arto extraño; un barranco lleno de basura un sendero con algunos árboles y un cielo tremendamente, sospechosamente azul como el azul del cielo invernal, ¿Qué mas hay, que mas alcanzo a ver? Nada. No veo nada más.

Y que hay del hombre, el único que hay y que insiste en creer que es el mismo al que ve, por que a veces pienso que es solo mi soledad que crea al hombre que ve ya cuesta arriba, ya cuesta abajo pero también sospecho que en realidad son otras personas. Pero mi despersonalización incita a mi mente a ser el siguiente hombre a verme a mí a imaginar que estoy allá y no aquí y al pensar en eso inmediatamente regresar y pensarme aquí, saberme aquí, también he pensado en que no recuerdo claramente mi rostro y mi mente me hace suponer que si acaso viera yo un espejo, la cara, mi cara, cualquier cara que apareciera yo asumiría que es la mía y si al día siguiente surgiera otra cara asumiría también que me pertenece por que es posible que yo no tenga cara, que esta sea como una pelota elíptica lisa sin ojos, sin nariz, sin boca, y que de algún modo eso signifique tener todas las caras, por que trato de recordar que hacia antes de despertar, salir de la casa y contemplar ese único escenario arquetípico que parece ser lo único constante en mi alma; el barranco y el cielo azul.

Pero si he dormido y si al haber dormido he soñado, sospecho que he soñado con el mismo escenario.

Y a pesar de sondear la existencia de otros universos o realidades donde exista otra vastedad diferente de la que yo conozco, admito, asumo esta realidad como mía y no pierdo el tiempo pensando que alguien me ha creado puesto que no es un universo complicado y bien pude haberlo yo creado sobre la marcha y haber decidido no crear nada mas salvo lo que imagine.

Recientemente cada vez que veo el suceso donde están involucrados el escenario, el hombre y el costal de basura, no puedo narrarlos desde fuera es decir en tercera persona y en pasado sin que se convierta en primera persona y en presente.

Ayer por ejemplo vi a un hombre al borde del barranco que a su vez ve a un hombre que lo observa, al punto cae al suelo y se queda ahí como muerto, mi percepción me engaña no es un hombre, es un costal de basura alguien me sujeta y me arroja no puedo hacer nada de pronto estoy ciego, sin brazos, sin piernas.

Un hombre contempla la escena y va al encuentro con el costal de basura, el hombre se abstrae en la idea del costal de basura y el hombre queda pasmado al reconocer sus facciones con los pliegues del costal de basura y en este dialogo el costal y el hombre por un momento que se prologa más son iguales.

Pero ahora el hombre no se puede imaginar que es ser hombre y no un costal y ahora su mente empieza a cambiar, ahora poseo pensamiento de plástico y tacto infinito.