jueves, 14 de octubre de 2010

MIL





El mundo estaba lleno de muchas cosas y la gente trataba de ponerle nombres y luego le re asignaban ideas sobrepuestas.
Pero cuando él se quedaba solo en su habitación en su casa también sola, sabía que nada de eso existía, por lo menos no con el significado humanizado que le habían dado, ni siquiera a lo que le habían dicho que debería temer era así, y un buen día lo asocio como ellos querían y se sumió en sus preocupaciones, pero no eran las mismas, como podía estar seguro de que veían lo mismo, de que olían lo mismo, de que sentían lo mismo, y la ideas que circulaban en esos días hacían que él dudara y a veces dudara hasta casi volverse loco.
Y en esa sociedad el pensamiento y las cosas parecía que debían tener sentido.
Y los hombres a través de su historia documentada habían visto miles de cosas.
Y existían mil representaciones arquetípicas del mal y religiosas y yo mismo conseguí ver mi propio arquetipo de mis mil demonios o mis mil dioses, porque cuando uno despierta del sueño los dioses parecen ser solo demonios.
Y supe que podría haber más razas en nuestra tierra, debajo o sobre ella con mil secretos fantásticos que podrían matarnos de solo verlos de reojo en un sueño nebuloso.
Y supe que habrían mil puertas fantásticas por donde pasarían ellos mil veces más rápido que los días en el alejado mundo de Ircht .
Y supe que cosas mágicas y fantásticas podrían suceder en mi mundo
Y supe al conocer al escritor que las cosas rara vez necesitan una explicación Humana.
Y que uno moría a veces en sueños pero despertaba tranquilo respirando el ozono de la mañana, encontrando tranquilamente un camino tenebroso pero conocido desde mucho antes, como un lugar de juego solitario de la infancia con la tierra húmeda debajo de unos pies descalzos, donde parecen ser uno los pies y la tierra y unas hojas selváticas de confusión golpeándote en el rostro llenas de un rocío fresco, para traerte de nuevo allí donde siempre estuviste sin estar.
Y yo trate de hablar sobre mis mil perseguidores y trate de pintarlos un día nublado y uno me guiño con una cuenca vacía.
Y supe que podría traerlos de nuevo.
Y tuve miedo de que cuando ellos arribaran de terribles mundos adyacentes y superpuestos al nuestro su sola naturaleza lo cambiaría todo.
Pero también supe que cada persona viviente tenía sus propios mil dioses extraños y temibles.
Y que eran incontables los dioses.
Todos poderosos e imponentes a nuestros ojos y a los de miles de razas que no necesitan ojos para ver.
Y a veces pensé que tal vez algunos eran el mismo, pero esa idea me hizo pensar en dioses caníbales que se devoraran entre ellos, y empero eso no los destruía.
Y no pude entender eso. Pero el escritor me dijo que en un sueño tal vez podría vislumbrar sus mil significados y eso me haría ponerme loco.
Pero yo encontraría la curva que párese terrible a los demás, pero que es familiar para mí
Y supe que cuando ellos llegaran y le hicieran cosas a mi mente con su presencia individual y plural yo me quedaría aquí y me iría con ellos donde tengo un nombre familiar como el olor de la tierra mojada.
Y supe que ningún miedo era el mismo para los hombres.
Pero que a veces los dioses nos hacen ver como ellos; en sueños.
Y supe que ellos ya estaban aquí. Que llegaron en mi siesta de la tarde y supe que el horror que traían consigo era terrible, pero estaba lleno de puentes del pensamiento, de pasadizos hechos de mil enlaces que lo vuelen a uno mil veces más rápido y de curvas para volver mil veces a cosas que no son lugares.
Y en ese lugar que era mil argumentos al mismo tiempo encontré al escritor: el dios.